Cuentan algunos científicos que estudian nuestros genes, compuestos químicos etc. Que estamos predispuestos a “enamorarnos” de ciertas personas con pasión por características morfológicas y otros sentidos como el olfato, tacto, que activan entre otros componentes químicos la Dopamina en redes neurotransmisoras que activan el placer. Algunos neurobiólogos creen o quieren hacernos creer que el amor pasional o ese gran amor dura unos tres años, después solo quedarían las ganas o la necesidad de estar juntos.

Psicólogos creen que si existe ese amor en una pareja a razón de un triángulo condicional que uno psicólogo, Robert Sternberg (2004), quien habla de la Teoría triangular del amor. Él dice que tiene tres componentes: intimidad (cercanía emocional), pasión (atracción sexual) y el compromiso (estar juntos). Que muchos fracasos de pareja llegan por confundir el verdadero amor con la pasión.

En el terreno material pudieran tener razón científicos y psicólogos, ¿pero eso que no se ve y llamamos espíritu? En el terreno espiritual encontramos y reconocemos al instante el amor de una madre que perdura para siempre, el amor de tu tío, el amor por personas no vinculadas a genes y a el sexo. Este amor tiene una única raíz en la que fluctúa y para los creyentes Cristianos es Dios.

1ª Corintios 13:4-7

4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;

5 no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;

6 no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad.

7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

Los confiados en Dios gozan del amor carnal, el amor comprometido, del amor de permanecer juntos y añado el amor hacia los demás, todo ello nacido por el amor de Dios.

Lo que es de la carne, dura su tiempo en la carne, lo que es y viene de Dios dura para siempre. Porque Dios es eterno y nos invita a compartir esa eternidad junto a Él.